sábado, 12 de septiembre de 2015

Carta de Teresa Ulloa, Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y El Caribe, AC (CATWLAC)

Carta de Teresa Ulloa, Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y El Caribe, AC (CATWLAC)
Teresa-Ulloa

Queridas Mujeres Ecuatorianas, amigas, hermanas, 

Hoy, 25 de noviembre conmemoramos una vez más el sacrificio de las Hermanas Mirabal a manos del dictador Trujillo en la República Dominicana. Esa es la razón por la que este día fue consagrado a visibilizar la violencia contra las mujeres, desde hace ya tres décadas, esa violencia que crea y asume múltiples formas y modalidades con las que el patriarcado ha venido controlando la vida y los cuerpos de las mujeres, sojuzgándolas y sometiéndolas para perpetuar la discriminación y violencias de que hemos sido objeto, históricamente.                

 Y que ironía, hoy, justamente, tuve que darles la noticia a los familiares de Adriana Morlett que después de un año de su desaparición, fue víctima de feminicidio. Un feminicidio brutal y dantesco que nos coloca frente a expresiones más brutales de violencia contra las mujeres que no tiene explicación, ni justificación y que ha destrozado a una familia y aniquilo la alegría y esperanzas de una joven de 20 años, estudiante de arquitectura, brillante, hermosa, llena de vida y de luz, de planes e ilusiones, lo mismo que le paso a Isis, a Gaby, a Otoño, a Lluvia, a Mar, a Sol y tantas y tantas mujeres y niñas más, golpeadas, violadas, explotadas como trabajadoras domesticas o en la prostitución u otras formas de explotación sexualmente, denigradas, discriminadas, humilladas, cosificadas, cuyas historias muestran que nuestros gobiernos y sus estrategias no han logrado detener la violencia que enfrentamos en el ámbito privado, como en el publico, en nuestros hogares, donde deberíamos de tener garantizada nuestra vida, nuestra integridad y nuestra seguridad; en el transporte publico, en la escuela, en los servicios de salud, en la calle. Pero aun peor, esa violencia que ejercen los agentes institucionales y la impunidad del sistema de la justicia patriarcal que sobrevictimiza y nos niega el derecho al acceso a la justicia. 

Y quiénes han sido ellas: han sido obreras, campesinas, abogadas o profesionistas, las indígenas, las maestras, estudiantes, policías, funcionarias públicas, enfermeras o doctoras, amas de casa. Eran madres, hijas, esposas, hermanas, lesbianas o heterosexuales, católicas o ateas, ricas o pobres, cultas o analfabetas, o simplemente mujeres, conocidas o desconocidas de sus agresores, con sueños, esperanzas, amor y dolor. Y si me preguntan cuantas fueron, 6 de cada 10, en algún momento de nuestra vida hemos sido víctimas de alguna forma o modalidad de alguna o todas las violencias.

Y cómo vivieron esas violencias que en muchísimos casos les quitó la vida, algunas encerradas y privadas de su libertad, otras apuñaladas, colgadas, violadas, o simplemente golpeadas, chantajeadas, comparadas, insultadas, estigmatizadas, víctimas de la xenofobia, de la discriminación de la falta de oportunidades.

Por eso, hoy, las convoco a que unamos nuestras voces para decir basta, que alimentemos la esperanza y nos comprometamos a parar todas las formas de violencia desde su primera manifestación, a demostrar que no somos ni esclavas, ni objetos, ni propiedad de nadie, que nuestro cuerpo es nuestro, y nuestras vidas también.  Que no somos no somos culpables de nada y somos titulares de todos los derechos humanos y que no vamos a permitir que haya una sola víctima más, que se escuche nuestro grito, YA BASTA, NI UNA MAS.

Por nosotras, por nuestras ancestras, nuestras hijas, hermanas, sobrinas, por las que están hoy aquí y las que vendrán, repudiamos la trata y todas las formas de explotación sexual, porque nuestras vidas y nuestros cuerpos no son mercancía.

Sororalmente,

La Tere

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