miércoles, 9 de enero de 2013

Las tres salidas de don Quijote



















La locura de Don Quijote evoluciona en tres fases principales, correspondientes a sus tres salidas. La primera parte (1605) relata las dos primeras salidas por tierras de la Mancha y Andalucía. El peregrinaje por tierras de Aragón y Cataluña hasta Barcelona y su regreso a la Mancha ocupa toda la segunda parte (1615).

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha apareció en 1605 dividido en cuatro partes, distribuciones que las ediciones modernas no mantienen por prestarse a confusión con el segundo tomo, que, con el título de El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha , apareció en 1615.

Primera salida



Primera parte, capítulos 1 al 5. Don Quijote desfigura la realidad y la acomoda a sus fantasías

El hidalgo manchego Don Alonso Quijano, llamado por sus convecinos el Bueno, “se enfrascó tanto en su lectura” que, “rematado ya su juicio” concibe la peregrina idea de hacerse caballero andante, y de “ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama” con que mereciera el amor de su dama, Aldonza - Dulcinea, una aldeana idealizada por él.



Bajo el nombre de Don Quijote de la Mancha, con armas antiguas y su viejo caballo, Rocinante, se lanza al mundo haciéndose armar caballero en una venta que imagina ser castillo, entre las burlas del ventero y las de las mozas del mesón. Creyéndose ya un auténtico caballero, realiza su primera hazaña liberando a un joven pastor a quien su amo está azotando. Tras una discusión acalorada con unos mercaderes, de la que resulta malherido, un vecino lo auxilia y lo devuelve a su aldea.

Segunda salida

Primera parte, capítulos 7 al 52. Don Quijote desfigura la realidad y los demás le contradicen

Ama, sobrina, cura y barbero han pegado fuego a buena parte de los libros de Don Quijote y tapiado su biblioteca, mientras él se halla convaleciente en su lecho. Ya repuesto, convence a un rudo y ambicioso labrador vecino suyo, Sancho Panza, para que le acompañe en sus aventuras. Ya con su escudero, lucha contra unos gigantes que no son sino molinos de viento; se enfrenta con un vizcaíno, al que vence; da libertad a unos galeotes perseguidos por la Santa Hermandad, que, ingratos, le apedrean; hace penitencia en Sierra Morena, donde escribe una carta a Dulcinea; envía a Sancho al Toboso para que se la entregue; el canónigo y el barbero de su aldea han salido a buscarle; encuentran a Sancho y le impiden cumplir con el encargo de su amo; hallan a Don Quijote y lo devuelven, engañado, a su pueblo, metido en una jaula, dentro de la cual sufre pacientemente la burla de sus vecinos.

Tercera salida


Segunda parte. Don Quijote no es víctima de su fantasía: ahora le engañan los demás

Don Quijote y Sancho inician la tercera salida, encaminándose al Toboso, donde el escudero asegura a su amo que una rústica aldeana montada en un asno es Dulcinea, hecho extraordinario que Don Quijote atribuye a un mago enemigo suyo (el mismo que hizo desaparecer su biblioteca y transformó los molinos de viento en gigantes). Su obsesión será, a partir de ahora, encontrar el medio de desencantarla. Caminando por tierras de Aragón, ya famosos como personajes literarios, amo y escudero llegan a los dominios de unos duques que se burlan despiadadamente de la locura de ambos, hasta el punto de nombrar a Sancho gobernador de uno de sus estados (la ínsula Barataria), cargo que abandonará por razones extraordinariamente juiciosas.



Nuevamente juntos caballero y escudero, para desmentir al falso Quijote de Avellaneda, cambian de itinerario y se dirigen a Barcelona, donde el hidalgo sufre su derrota definitiva luchando en fiera y descomunal batalla contra el Caballero de la Blanca Luna, que no es otro que su vecino, el bachiller Sansón Carrasco, quien le impone como condición regresar a su aldea. Física y moralmente derrotado, Quijote vuelve a la Mancha, de donde partió y, después de haber recobrado la cordura, muere cristianamente en su lecho.

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