20 DE NOVIEMBRE: DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO.
“Es una fecha que nos hace recordar que un niño no es solamente un ser frágil que necesita que se le proteja, sino también una persona que tiene el derecho a ser educado, cuidado y protegido dondequiera que haya nacido. ¡Y es más! un niño es una persona que tiene el derecho a divertirse, a aprender y a expresarse. Todos los niños tienen el derecho de ir a la escuela, a recibir cuidados médicos, y a alimentarse para garantizar su desarrollo en todos los aspectos.
Convenir significa estar de acuerdo acerca de algo y tomar una responsabilidad ante lo que se "conviene".
La Convención de los Derechos del Niño es un conjunto de normas acordadas que deben respetar todos los países que la firmaron y ratificaron.
Esta Convención fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Sus artículos proponen nuevos aportes a los contenidos en la Declaración de los Derechos del Niño de 1959. Y fundamentalmente avanza en el aspecto jurídico, al hacer a los Estados firmantes "jurídicamente" responsables de su cumplimiento.
En esta misma fecha, ya en 1959, la Asamblea General (resolución 836(IX), recomendó que se instituyera en todos los países un día universal de niño, en el que se consagraría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo entero, y se destinaría a actividades propias para promover el bienestar de los niños del mundo.
Y en este mismo año, en 20 de noviembre, se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. Y desde entonces, en todo el mundo, se celebra en esta fecha el Día Universal del Niño”.
Toda esta perorata suena muy convincente, pero en la práctica vemos que nada de esto se respeta y es más, nos están acostumbrando, los medios, a ver imágenes de niños vulnerados en cada uno de sus derechos. Por eso debemos levantar nuestra voz para exigir que sea cumplido realmente y se castigue de manera feroz al que los infringe.
Dejaré con ustedes un poema de Mauricio Feller, que me identifica plenamente en el sentir y la rabia.
A QUIÉN HAY QUE MATAR
Díganme
Por favor
A quién hay que matar
Yo no sé nada de gatillos
ni de bombas ni de pólvora
pero si me dicen a quién
y me aseguran que con eso
no habrá más niñez
cambiando sexo por agua
o por comida o por droga
o usada como escudo
o asesinada en Gaza
en Siria
o esclavizada en Pakistán
o nuestro cercano Brasil
yo aprendo
y aprendo muy rápido
A quién hay que matar
para rescatar al inocente
al anciano, al enfermo
al lisiado y al demente
Porque miro alrededor
y ya no tengo tan claro
que valga la pena seguir
viviendo como vivimos
Para algo tendré dos manos
una mínima decencia
algo que yo llamo amor
siete mil millones de razones
y una sola
infinita rabia
Por eso es que pregunto
a quién hay que matar
para salvar al que es distinto
al que es pequeño o es muy grande
al que debe quince salarios
quince meses de trabajo
a un señor que no conoce
porque vive en otro mundo
un mundo cuyo nombre
ni siquiera sabe pronunciar
No es que quiera matar
porque quiera matar
ni por vocación de asesino
Pero díganme por favor
cómo frenar esta locura
de morirnos y morirnos
de transcurrir como si nada
nada nada sucediera
Díganme
Por favor
A quién hay que matar
Mauricio Feller.
Un honor y una grata sorpresa que mi poema les haya sido de utilidad.
ResponderEliminarMás que un poema, es un alarido.
Lo escribí después de leer sobre la prostitución infantil a cambio de agua en Haití.
Han pasado las semanas y sigo sintiendo la misma rabia.